Con el paso de los años la fotogrametría 3D ha demostrado ser la tecnología más importante en la actualidad para la virtualización del patrimonio. Hoy en día somos capaces de capturar con precisiones submilimétricas desde objetos de menos de un centímetro de largo hasta grandes estructuras en proyectos con miles de imágenes como fuente de datos. Sin embargo, el camino recorrido ha sido intenso y en sus orígenes la fotogrametría no era tan efectiva como lo es ahora.
Recuerdo haber hecho mis primeros ensayos fotogramétricos entre los años 2011 y 2012. Los resultados dejaban bastante que desear, pero para alguien que se acercaba por primera vez al mundo virtual ya suponían un tremendo avance cualitativo. Con el paso del tiempo, la evolución técnica dio paso a softwares y algoritmos mejorados, especialmente los que llegaban de la mano de Agisoft Photoscan –predecesor de Agisoft Metashape– y los modelos fotogramétricos cada vez demostraban conseguir una calidad de detalle más alta; tanto que llegaban a competir con los, hasta entonces, omnipotentes escáneres.
Si avanzamos en el tiempo hasta la actualidad, aquello que vivíamos en los años 2015-2017 también nos parece anticuado. Y es que realmente los cambios y mejoras más recientes han desarrollado todavía más esta tecnología que ha crecido de manera exponencial hasta convertirse en lo que es hoy. Parece posible que ya estemos llegando a una meseta de consolidación en vista de que los desarrolladores están enfocándose más en la reducción de los tiempos de procesado y en el refinado de pequeños detalles.
En cualquier caso, el tema que me hace escribir estas líneas y que me lleva por el sendero de los recuerdos virtuales tiene una importancia especial. Siempre pensé que la fotogrametría llegaría a conseguir la calidad de la que disfrutamos hoy en día y en ese pensamiento, allá por el año 2015 comencé a guardar y organizar los datos en bruto de mis primeros proyectos importantes. Todas las imágenes, en formato crudo y reveladas están almacenadas desde entonces en varios discos duros con la esperanza de poder ser utilizadas de nuevo en algún momento. Las buenas decisiones se valoran y se disfrutan mejor a medio y largo plazo. Esta era una de ellas, porque ese momento ha llegado.
Ante nosotros uno de los muchos ejemplos de piezas virtualizadas en «aquellos tiempos lejanos y arcaicos» y que ahora, cinco años después he decidido reprocesar comparando los resultados de entonces con los de ahora. Se trata de la Bicha de Balazote del Museo Arqueológico Nacional fotografiada el 20 de abril de 2015. En ambas ocasiones se han procesado las mismas imágenes con los ajustes de calidad máxima en la versión más actualizada disponible del software Agisoft Metashape (todavía Photoscan en 2015).Las diferencias saltan a la vista. Los detalles geométricos están mucho más definidos, los colores son más realistas y los acabados más precisos. Y todo ello sin haber tomado ni una sola fotografía nueva. Con los mismos datos pero la tecnología más reciente se pueden conseguir resultados espectaculares. Incluso las técnicas de optimización y desiluminación han mejorado mucho, permitiéndonos mostrar todo el detalle con un ínfimo porcentaje del peso o eliminando sombras e iluminaciones desiguales.
Parece mentira que los dos modelos –2015 a la izq. y 2020 a la dcha.– que puedes ver en 3D de forma interactiva sobre estas líneas hayan sido creados con el mismo set de fotografías solo con cinco años de diferencia. Sin duda, esto debe hacernos reflexionar en lo que nos depara el futuro. Tal vez los cambios sean menos notables de ahora en adelante, pero estoy seguro de que llegarán. Mientras tanto yo seguiré conservando terabytes y terabytes de información de todos mis proyectos fotogramétricos para volver a llevarme nuevas alegrías como esta en un futuro no tan lejano.
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