Por extraño y etéreo que parezca a primera vista el título de este artículo, vamos a demostrar que refleja perfectamente la realidad técnica a la que nos vamos a enfrentar. ¿Quieres saber cómo es posible? Sigue leyendo…
Viajamos virtualmente a la Vila Joiosa, una localidad de la provincia de Alicante que ya estaba habitada en el siglo VII a. C. En aquel momento se trataba de una colonia fenicia que más tarde evolucionaría a lo largo del periodo ibérico y que llegaría a convertirse en la ciudad romana de Allon. Precisamente frente a su costa se hundiría una noche de mediados del siglo I d. C. uno de los barcos romanos más interesantes que conocemos en todo el Mediterraneo: el pecio Bou Ferrer… Todo ello puede disfrutarse en profundidad actualmente en Vilamuseu.
Pero volvamos al origen, a un momento arcaico en el que esta pequeña población vivía bajo la órbita de control fenicio de la costa oriental y meridional de la Península Ibérica. A ese momento pertenece una necrópolis excavada en el año 2015 que contiene tumbas de incineración e inhumación que llegan hasta los siglos IV – V d. C.
Sin embargo, es una de las tumbas más antiguas, la 445, la que debe concentrar toda nuestra atención. Se trata de una tumba de cámara rectangular de comienzos del siglo VI a. C., revestida de arcilla endurecida por el fuego en cuyo interior se encontró un huevo de avestruz. Era este un objeto, sin duda, extraño y preciado para aquellas gentes que lo consiguieron mediante el comercio con las zonas más orientales del Mediterráneo. Además de servir como alimento, el huevo de avestruz tenía un importante significado ritual en las ceremonias funerarias.
Para aquellas gentes, el huevo de avestruz simbolizaba la vida eterna y contenía una parte del alma del difunto, la que se mantenía unida a su tumba. En muchas ocasiones, estos huevos estaban además pintados con motivos que representan el renacimiento de la naturaleza con palmetas y otros elementos que hacen referencia al renacimiento del alma.
Tras una exhaustiva restauración por parte del equipo de Vilamuseu, se pueden apreciar algunas formas pintadas en rojo y, especialmente, blanco sobre la superficie del huevo, raspada hace más de veinticinco siglos. Su decoración recuerda a la de los huevos de la necrópolis de Baria, en Villaricos (Almería), otra ciudad fenicia de la que se piensa que podría provenir originalmente este y otros huevos hallados en la misma excavación.
Sin embargo, a pesar del trabajo de restauración, parte de la decoración pintada se ha deteriorado irremediablemente, haciendo imposible su identificación a simple vista. Y aquí es donde entra la luz ultravioleta para ayudarnos a reconstruir la decoración de este huevo que contiene el alma de un fenicio. En este espectro de luz, los pigmentos todavía se conservan y brillan, revelando sus secretos. En este caso concreto nos propusimos ir más allá. ¿Por qué conformarnos con una fotografía cuando podemos realizar una virtualización 3D con luz ultravioleta?
El resultado de este trabajo puede verse ahora en la colección virtual de Vilamuseu. El huevo, virtualizado tanto con luz visible como con UV puede ser disfrutado con todo detalle permitiendo que se reconozcan con claridad elementos florales como las palmetas que decoran el huevo dividido en espacios rectangulares.
Bajo estas líneas, además, puedes visualizar la pieza en 3D intercambiando la visualización entre luz visible y UV pulsando en los botones laterales, como si encendieras y apagaras una lámpara virtual. Maravillas de la tecnología.
¡Disfruta de esta visión única del alma de un fenicio!
Y si todavía quieres saber más sobre esta pieza, tienes todos los datos históricos en la web de Vilamuseu.
Deja un comentario