En el momento de escribir estas líneas se cumplen cinco siglos del día en el que la Virgen del acueducto de Segovia ocupó su posición, como nos recuerda Diego de Colmenares en su «Historia de la insigne ciudad de Segovia». El 21 de marzo de 1520 fue colocada esta imagen de Nuestra Señora junto con otra de San Sebastián en las dos hornacinas centrales del monumento romano que en su día habrían dado cobijo a sendas estatuas que representarían al emperador romano del momento o tal vez a los duoviros -gobernantes municipales- de la ciudad romana de Segovia.

Desde hace ya unos años la pieza de caliza, que posiblemente representa a la Virgen de la Cabeza (por su veneración en la cercana iglesia de San Sebastián) venía padeciendo pérdidas de pequeños fragmentos que hacían peligrar su conservación. Ya sea por el largo paso de los años y los fuertes contrastes del clima segoviano, por los efectos de la contaminación sufrida a lo largo de todo el siglo XX o por una combinación de ambas, lo cierto es que era necesaria una actuación rápida y decidida. La idea fue planteada en varias ocasiones por el ayuntamiento de Segovia pero los medios técnicos y los elevados costes siempre la habían mantenido en el cajón. Sin embargo, en 2018 se gestó un plan de actuación que finalmente, gracias al valiente empeño de la corporación municipal, permitiría llevar a cabo un proyecto que contemplaba el desmontaje, la restauración y la replicación de la pieza para conservar a la vez la original y mantener intacta la visión que los segovianos han tenido siempre del acueducto.

En esta ocasión contábamos con una nueva herramienta de nuestra parte que permitió llevar a buen término un gran proyecto como este: la tecnología. Serían las depuradas técnicas de la tecnología aplicada al patrimonio las que permitirían llevar a cabo la documentación y replicación de la pieza con un nivel de detalle y calidad sin precedentes. Y todo ello de forma asequible y democratizante. Además, una colaboración entre el ayuntamiento de Segovia y la Fabrica de Moneda y Timbre, permitió conseguir la financiación necesaria para que en marzo de 2019, tras meses de preparativos y contando con el visto bueno de la comisión de patrimonio de la Junta de Castilla y León, comenzara el proyecto. La empresa Radalki colocó una estructura de andamiaje que abrazaba el pilar central del acueducto para llegar hasta la altura de más de 20 metros en la que se encuentra la Virgen. Fue entonces cuando el equipo de restauradores de Restaurograma Hispania y yo mismo (Néstor F. Marqués), llegamos ante la talla de 1,86 metros de altura en un marco simplemente irrepetible. Como segoviano de nacimiento, poder contemplar de cerca una pieza que siempre me había parecido inalcanzable, con su policromía, sus destellos dorados y sus detalles, me produjo una sensación indescriptible.

Pasaríamos los siguientes días a más de 20 metros de altura desarrollando toda una serie de procesos previos al descendimiento que eran cruciales para el correcto desarrollo del proyecto. En primer lugar, me encargué de realizar un primer modelo 3D fotogramétrico de alta resolución de la pieza y de su contexto, puesto que aquella sería la última vez que tendríamos la posibilidad de documentarlo. Hecho esto, el equipo de restauradores con Graziano Panzzieri a la cabeza, comenzó a consolidar la piedra para proceder finalmente a un descendimiento controlado y seguro hasta el suelo casi 500 años después de ser elevada. Una operación tan delicada y compleja como esta me hace pensar en cómo aquel 21 de marzo de 1520 otro equipo de expertos consiguió subir la pieza de más de una tonelada de peso sin la tecnología actual. No es difícil imaginar la satisfacción de Antonio de la Jardina, ensayador de la Real Casa de Moneda de Segovia y promotor de aquel proyecto, al ver el fruto de un trabajo bien hecho. Con la Virgen ya en tierra y antes de proceder a su restauración, se procedió una vez más a realizar otra documentación fotogramétrica completa, tanto de la Virgen como de su hornacina vacía que reveló interesantes datos sobre el propio monumento romano. Este modelo 3D de más de 30 millones de polígonos sería la base para la creación de una réplica virtualmente idéntica a la pieza original. El proceso de replicación se realizó en los talleres de Néstor F. Marqués – Patrimonio Virtual y Divulgación Cultural mediante impresión 3D en fragmentos con una resolución de 100 micras distribuidos en diversas máquinas que completaron el proceso en un total combinado de 1000 horas de impresión. Los cincuenta fragmentos fueron ensamblados para crear una primera pieza a la que se realizó un molde de silicona con escudo de fibra de vidrio que serviría para crear finalmente la réplica de resina a la que Restaurograma añadió cargas de polvo de mármol para otorgarle, si cabe, un mayor realismo. Esta misma empresa se encargó de policromar la pieza para conseguir un resultado perfecto. En menos de tres meses se completó todo el proyecto y el 18 de junio de 2019 volvía a su lugar la réplica de la Virgen ante la atenta mirada de expertos, autoridades, curiosos y hasta de un equipo de grabación de National Geographic, que no quiso perder la oportunidad de grabar tal acontecimiento para la posteridad. Desde ese día, cada vez que vuelvo a Segovia y camino bajo los arcos del acueducto pienso en la protección del patrimonio, en cómo la tecnología hizo posible -y asequible- un proyecto como aquel y en el increíble momento que nos ha tocado vivir.

Pero este proyecto no acaba aquí. Gracias a la precisión del modelo fotogramétrico se pudieron leer las dos primeras líneas del texto que portan dos angelotes en una cartela a los pies de la Virgen. Se trata de una invocación mariana: «Oh Mater Dei, Memento mei» -oh, madre de Dios, acuérdate de mi-. Y además de la réplica que ya preside impasible el acueducto, contamos con la primera pieza impresa en 3D a la que previsiblemente se dará un uso tiflológico para permitir que cualquier persona pueda estar cerca de la talla que normalmente solo puede contemplarse a más de 20 metros de altura. En cuanto a la Virgen original, podrá verse en el museo de la Casa de Moneda de Segovia a la que «vuelve» como homenaje a quien costeó el proyecto original, cuando se realice su adecuación museográfica.