La restauración virtual es, sin duda, una de las aplicaciones más valiosas que nos aportan las herramientas virtuales aplicadas al patrimonio. Ahora os quiero mostrar un ejemplo paradigmático que hemos desarrollado en colaboración con Vilamuseu para su colección virtual.

La pieza se fecha entre los años 100 y 70 a. C. y se trata de un simpulum romano de bronce, un cacillo ritual de ofrendas que fue hallado en una tumba de la necrópolis de Poble Nou en Villajoyosa -hacia el 30 – 10 a. C.-. Fue doblado a propósito para inutilizarlo y así evitar que nadie pudiera usarlo. Está decorado con un mango en forma de timón de barco y una clava. Termina en una anilla con un remate en forma de cabeza de lobo. Se cree que fue llevada a Villajoyosa por las tropas acampadas en la zona durante las guerras Sertorianas -82 – 72 a. C.).

Actualmente, la pieza se encuentra expuesta en Vilamuseu con su mango doblado desde hace más de 2000 años. Sin embargo, al realizar su virtualización 3D mediante fotogrametría, dentro del proyecto de virtualización e impresión 3D accesible de las colecciones del museo -del que puedes conocer más pulsando aquí-, decidimos que sería interesante recuperar la forma original que habría tenido el simpulum mientras fue utilizado.

Así, partiendo de la base del modelo fotogramétrico y con la colaboración de Javier Durán, que realizó la animación que ahora puede verse bajo estas líneas, conseguimos que la pieza recuperara su aspecto original. A pesar de que nunca podrá tener esta forma en la realidad, el mundo virtual nos permite mostrar a todo el mundo cómo era y cómo se usó en el siglo I a. C. A partir de este visualizador 3D en Sketchfab, hemos conseguido una animación que alterna entre el estado original y actual de la pieza para que cualquier persona que se acerque a verla entienda perfectamente cómo fue en su origen.

Pero en Vilamuseu siempre van más allá en materia de accesibilidad, por lo que no era suficiente con mostrar el simpulum virtualmente a través de Sketchfab. Aquí es donde entra en juego la impresión 3D, a través de la cual hemos reproducido el objeto a tamaño real con gran calidad de detalle y en su forma original para que, en la propia sala del museo, el visitante pueda ver, tocar y sentir la pieza como lo habría hecho su dueño en el siglo I a. C. La impresión 3D se ha realizado con una alta calidad de detalle -100 micras de grosor en cada capa- para mantener la fidelidad del original intacta.

Ahora solo queda que la pieza impresa en 3D pase por las manos expertas de la restauradora de Vilamuseu para ser texturizada y retocada para darle exactamente el mismo aspecto que la pieza original. Os mantendremos al tanto para que podáis ver el resultado final cuando esté listo.